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Cementerio de Santa Rosalía en Igueste de San Andrés

Dicen que no hay nada más tranquilo y triste que pasear por un cementerio. El cementerio de Santa Rosalía en Igueste es una parte esencial del pueblo y nunca está de más visitar y pasear esta pequeña necrópolis. No se trata tan solo de un cementerio bonito, sino que también tiene un valor histórico y por consiguiente cultural. 

Hasta finales del siglo XIX Igueste carecía de un cementerio propio, los vecinos que fallecían recibían sepultura en el de San Andrés. En 1893, como consecuencia de la epidemia de cólera que se desató en Europa, en el Puerto de Santa Cruz se aplicaron medidas preventivas de cuarentena a los barcos que llegaban de puertos infectados. El 29 de septiembre, el vapor italiano Remo arribó al puerto de Tenerife con “patente sucia” por portar numerosos casos de cólera entre los miembros de tripulación y pasaje. Se le desvió a pasar la cuarentena en el Lazareto, frente al barrio de Los Llanos, donde se mantuvo aislado y vigilado.

Sin embargo, el 11 de octubre se detectaron los primeros contagiados de cólera en la ciudad de Santa Cruz, lo que induce a pensar que se produjo algún tipo de negligencia en el cumplimiento de las medidas sanitarias. Con el tiempo la epidemia se propagó por la isla, y entre las personas afectadas se encontraba la vecina de Igueste de San Andrés Rosalía López, que falleció en noviembre de 1893 y que sería la primera persona enterrada en el nuevo cementerio. Siguiendo la tradición de poner el nombre del camposanto en función de la primera persona enterrada, el cementerio de Igueste recibió el nombre de Santa Rosalía. Estos pequeños cementerios que se reparten por los pueblos de las islas se construyen en zonas elevadas barridas por la brisa de la montaña o del mar, con la intención de evitar que las filtraciones determinadas por las lluvias pudieran llevar a las casas vecinas gérmenes infecciosos. 
  

Curiosamente, Santa Rosalía, en el santoral católico, es considerada protectora contra enfermedades infecciosas como la peste. Según la Iglesia, sus milagros fueron numerosos. La extinción de la peste que asoló Sicilia en 1575 fue atribuida a la intercesión de esta santa. 

En los últimos años se han realizado obras de ampliación en el cementerio, especialmente a partir de 1986, cuando se inició la construcción de 150 nuevos nichos.

La implicación de los vecinos con su camposanto siempre ha sido importante. Como se menciona en el libro Igueste un rincón de Anaga:

“Hay que destacar el trabajo que durante treinta años ha realizado como sepulturero Fermín León Rojas desempeñando una extraordinaria labor a la vez que mantenía muy buena disposición como vecino al servicio de su pueblo”. 

Podemos encontrar innumerables referencias a este bello espacio, pero se debe hacer una mención especial a la realizada por el escritor Isaac de Vega, publicada en el periódico La Gaceta de Canarias en el año 1989, y que además de ser un referente de la literatura canaria fue vecino del pueblo de Igueste:

“Y precisamente, debajo de la vieja atalaya está el limpio cementerio, con sus alargados cipreses cuyas puntas parecen vibrar al cielo. Allí duermen largamente esas gentes que animaron las oscuras ventas al anochecer, y que de ellos, a pesar del tiempo, es el espíritu hondo que perdura en el pueblo, en su cerrado y cálido ámbito”. 


Colaboración de Claudia de Vega para el Blog semaforodelaatalalya
Bibliografía consultada:
Igueste un rincón de Anaga, Colectivo Atalaya (1994)
Los cementerios de Santa Cruz de Tenerife, María Gallardo Peña (2006)