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El Semáforo saluda al Buque Juan Sebastian Elcano en los actos del V Centenario de la primera vuelta al mundo.


“Y más sabrá Vuestra Majestad de aquello que más debemos
estimar y es que hemos descubierto y dado la vuelta a toda la
redondez de la tierra….”

Carta de Juan Sebastián Elcano escrita a bordo de la nao Victoria, en Sanlúcar, 6 de     septiembre de 1522

“Padre, padre, mirad hacia la lejanía. Por el risco donde están las tierras de Alonso de Antequera se ven las siluetas de cinco barcos. ¡Qué imponentes! Cómo cortan el mar con sus proas. ¿A dónde irán, padre? Seguro que van para el nuevo mundo ¿Qué maravillas se encontrarán?”

    El primer texto es real, fue escrito por Elcano justo antes de llegar a Sanlúcar en 1522, y demuestra que era consciente de lo que habían conseguido. El segundo texto es una invención mía pero bien pudo ser real. Es la visión desde los ojos de un niño que situado en lo alto del valle de Igueste, justo donde hoy está nuestro querido Semáforo, divisa un grupo de barcos. Allí maravillado por lo que ve, relata a su padre, probablemente atareado con temas de labranza, cómo cinco preciosas naves acaban de aparecer doblando lo que hoy conocemos como la Punta de Antequera y su mente echa a volar pensando en que se encontrarán esos marineros al otro lado del inmenso mar que tiene a sus pies. Seguramente esa imaginación se hubiera quedado corta con todo lo que le tocó vivir a esos marineros.

    La expedición de Magallanes y Elcano fue la primera en "recorrer y descubrir toda la redondeza del mundo" según palabras del propio Juan Sebastián de Elcano. Esto ocurrió entre 1519 y 1522, cuando los medios de navegación eran todavía increíblemente rudimentarios, y la vida a bordo de aquellas primitivas naves carecía de cualquier comodidad o seguridad. Además, se trataba de un viaje a lo desconocido, que no iba a contar con posibilidad alguna de recibir auxilio, y repleto de posibles peligros. 

    Fueron dos años de sufrimiento y de lucha constante con el mar y con infinidad de calamidades. Esta hazaña sólo fue posible gracias a unos hombres muy especiales, con un conocimiento del mar extraordinario, un alto sentido del deber y del honor que les hizo continuar hacia adelante sin abandonar.

    La expedición parte de Sanlúcar de Barrameda el 20 de septiembre de 1519, 6 días  después llega a las costas canarias, concretamente a la isla de Tenerife. Las fuentes hablan de dos paradas en la isla, una en Santa Cruz para cargar leña y víveres, y otra en Granadilla, cerca de Montaña Roja, tal y como aparece en el diario del cronista de a bordo Antonio de Pigaffeta. 
Probablemente porque en esa zona de la isla existía era una gran producción de pez, que obtenía a partir de la cocción de la tea y se utilizaba para calafatear los barcos. Este material era bastante más resistente que la brea traída desde la península. Permanecieron en Tenerife varios días, de donde partieron el 3 de octubre. 

    En aquellos momentos iniciales de la conquista tuvo que llamar la atención una expedición de cinco naos surcando las aguas de las islas. Desde lo alto de Igueste de San Andrés, donde además de la población aborigen previa, ya estaban instalados los primeros conquistadores como “Rodrigo el Cojo”, la imagen imponente de esos cinco barcos tuvo que llamar la atención de los vecinos, tal y como lo hace hoy, 503 años después la silueta del Buque Escuela "Juan Sebastián de Elcano". El barco más representativo y conocido de la Armada en España. Su silueta con esas enormes velas blancas moviéndose con la cadencia del viento lo convierten en una joya náutica que causa admiración en todos los puertos en los que atraca.

    A Elcano le esperan cuatro meses por delante para cumplir con las misiones encomendadas en su 94 crucero de instrucción. La fundamental, formar a los 73 guardiamarinas embarcados pertenecientes a la 424ª promoción del cuerpo general de la Armada y la 154ª de Infantería de Marina.

    Pero no menos importante es su labor diplomática como representante de España en los doce puertos en los que recalará este emblemático velero donde, además, difundirá la gesta que materializó el marino español del mismo nombre, hace cinco siglos, al completar la primera vuelta al mundo a bordo de la nao Victoria.

    En su paso por Tenerife y dentro de las conmemoraciones de este V Centenario de la primera vuelta al mundo, el buque ha bordeado la costa santacrucera acompañado por el Buque de Acción Marítima “Rayo” y por todos aquellos amantes de la mar que han querido sumarse con sus embarcaciones y ser partícipes de la conmemoración de tan notable gesta.
   

 Desde el colectivo el Semáforo de la Atalaya nos hemos sumado a dicha celebración, y a pesar de que nuestro querido edificio no existía al paso de la expedición de Magallanes, y que incluso la creación de las primeras atalayas en la zona datan de 1523, nos pareció una bonita metáfora saludar desde ese privilegiado lugar, desde los “Ojos de Santa Cruz” a tan ilustre visitante, porque en el fondo todos, el buque Elcano, el Semáforo, los marineros, la nao Victoria, tienen algo en común: el mar.

¡El mar, el mar!
Dentro de mí lo siento.
Ya sólo de pensar
en él, tan mío,
tiene un sabor de sal mi pensamiento

José Gorostiza (poeta)



Desde el objetivo de Maico Delgado



Desde la AAVV. 

Cohetes y bengalas desde el Semáforo

Fotos: Maico Delgado, Miriam Hernandez y Comandancia Naval.
Texto: Victoria Furmero Perdomo.

Fuentes consultadas:
https://www.espacioprimeravueltaalmundo.org/nao-victoria-500/
https://www.rutaelcano.com/la-primera-vuelta-al-mundo
https://www.eldia.es/sociedad/2019/08/04/controversia-escala-magallanes-tenerife-22590895.html
https://planetacanario.com/atalayas-y-atalayeros-de-anaga-los-antiguos-vigias-de-santa-cruz/
https://murciaplaza.com/cartagena-se-cruza-en-la-vuelta-al-mundo-del-juan-sebastian-de-elcano